La leyenda corta del sillón del diablo

Esta leyenda corta es acerca de un objeto real que actualmente existe, una silla que se encuentra exhibida en el Museo Provincial de Valladolid en España. Según dice la leyenda, en el siglo XIX, un señor se encontraba aseando un cuarto de trastes en la Universidad, entre los cachivaches se encontró una silla bonita, bien labrada, la cual estaba abandonada en una de las esquinas.

El hombre agotado del trabajo hecho, se sentó en la silla. A los pocos días, otro señor de mantenimiento la encontró también, la sacó hacia el pasillo y se sentó un rato a desayunar y, como el primero, a los días murió en extrañas circunstancias. Averiguando en la historia de la silla algunas personas alarmadas por los hechos, dieron con una anécdota de un médico de principios del siglo XVI que fue detenido por la Inquisición, acusado de asesinato, tortura y pacto con el diablo.

El hombre era muy adelantado para su época en anatomía, tanto que abrió una cátedra en su España natal para dictar la disciplina. Los entendidos decían que tales conocimientos les eran dados por el diablo.

En una ocasión desapareció un niño pequeño en las inmediaciones de su casa, lo cual puso en sobre aviso a las autoridades que ya lo tenían vigilado por las acusaciones de herejía.

Cuando lo apresaron no le quedó más que confesar, dijo que asesinó al pequeño y que no se trataba de un pacto con el diablo todo aquello, sino que tenía una silla que perteneció a un nigromante de Navarra, la cual al usarla le dejaba en un trance mediante el cual se le dotaba de todos los conocimientos que requería para la práctica de la medicina y sus diagnósticos. Sólo un médico podía usarla, pues personas sin las nociones mínimas morían a los tres días de sentarse en ella.

Cuenta la leyenda que la silla aún existe, pero ha sido guardada con el mayor celo en el Museo de Valladolid, atada en los brazos con una cinta roja para evitar que las personas, aunque sea por error, se sienten en ella.

La leyenda corta del callejón del Armado en Ciudad de México

La leyenda que sigue, es una de las más famosas entre la cultura popular mexicana, especialmente la de Ciudad de México, población llena de misterios.

Relatan los entendidos que a mediados del siglo XVII llegó a la ciudad un mercader español de nombre Don Lope de Armijo, hombre peculiar que se asentó en una vieja casona muy ruinosa que se encontraba al final de uno de los callejones de la parte oriental de la ciudad. El hombre, como se dijo, era muy peculiar, tenía costumbres extrañas que no dejaban de intrigar a la población.

Una de ellas era que vivía totalmente sólo, carecía incluso de servidumbre, él mismo compraba sus abarrotes; otra era que llevaba constantemente una armadura y todos los accesorios metálicos que complementan el atuendo.

Don Lope asistía así cada mañana a la iglesia de San Francisco, por lo que muchos creyeron que quizás la indumentaria se debiera a alguna promesa. Se sabía que el hombre tenía un gran caudal de riquezas que guardaba celosamente pero era muy colaborador con la caridad local.

A pesar de su devoción por asistir a la iglesia, Don Lope salía todas las noches muy tarde y regresaba después de la medianoche, directo a guardar en un baúl algo que tintineaba cuando pasaba hacia su casa.

¡Las personas pensaban que eran monedas de oro! Las autoridades comenzaron a sospechar que Don Lope quizás cometía por las noches delitos contra la propiedad privada, así que lo mantuvieron vigilado sin que este supiera.

Cuenta la leyenda que Don Lope a los pocos días se colgó de la viga de su habitación y así fue encontrado por las autoridades. Al revisar la casa, hallaron un baúl lleno de monedas de oro y muchos cráneos, al parecer de víctimas del insigne Don Lope que tenía una psicopatía y mutilaba hombres a quienes les sacaba su dinero. Desde ese entonces, el Callejón pasó a llamarse del Armado.

Referencia: https://leyendadeterror.com/leyendas-cortas/

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